El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, considera que el imperativo de salvar vida no se puede negociar caso por caso.
La persecución de las organizaciones de rescate y la dificultad para obtener un puerto seguro donde desembarcar han dejado a muchas organizaciones sin la posibilidad de salvar vidas en el Mediterráneo.
Este viaje es cada vez más mortífero para los refugiados. El año pasado, 1 de cada 50 perdió la vida en el intento.
El Sea Watch y el Sea Eye son, a día de hoy, dos de los pocos barcos que siguen operando en el Mediterráneo.
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